Preguntarme lo de siempre
como siempre
a distinta hora
de otro día
de otro año
en otro lugar.
Ya lo vi
ya estuve
ya pasó
que tuve otro cuerpo
siendo yo misma
otra manera
cambiando lo externo
otro pensamiento
con otro lenguaje.
Mis manos fueron
aún distintas
presas de las suyas
que me reconocieron
inmersas en su cuerpo
que era otro pero suyo
reconociendo el mío.
El cielo rojo
dejó nubes para
cubrir la desnudez
de nuestros cuerpos
expuestos al frío de
las miradas ajenas.
Sobre un manto verde
césped pasional y amoroso
inacabable a través de los siglos
oculto entre las nebulosas
de lo intangible
nos besamos
gritando al unísono nuestros
nombres aún no escritos.
Y nadie escuchó el
llanto de las horas inexistentes
antes de que el antes
nos mostrase un amor
reiterado en las espirales
del universo.
Cuando tal vez
eramos otras quizás
otros
o sencillamente
átomos vagando amorosamente
entre algún sol preso en las luces
orgiásticas de una nebulosa
olvidada en el espacio.
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